lunes, 23 de julio de 2012

LA MANIFESTACION DEL 19 DE JULIO


El pasado 19 de julio más de cien mil personas manifestaron por  las calles de Gijón su total rechazo a los recortes impuestos por el gobierno de Mariano Rajoy. Ya son muchos los días en los que diversos colectivos llaman a la movilización de la ciudadanía. Los principios fueron duros, pero todos nos estamos sacudiendo la resignación y las protestas están adquiriendo el carácter de masivas por toda España. Se trata de un movimiento creciente de toma de conciencia de que esto no puede seguir así. Desde aquí animamos a que todos prosigamos en esta tarea, es fundamental. Nos lo jugamos todo

Qué más se puede decir que no se haya dicho ya respecto a los recortes. El propio Gobierno reconoce lo injusto de sus decisiones y se ampara en que no puede hacer otra cosa. Tiene que elegir entre lo malo y lo peor. Desde el Gobierno, y todos sus medios de comunicación afines, se potencia la resignación, la inacción, el abandono de toda esperanza. Ello conduce, si no lo remediamos, a la inevitable transformación de los ciudadanos de este país, seremos súbditos y, por tanto, seres sometidos quizá no a la soberanía de un rey, como antaño, pero sí, a la soberanía de eso que llaman los mercados.
Las nuevas medidas adoptadas y las anteriores, hacen pagadores de esta crisis a parados, clase trabajadora y clase media de este país. Todo el mundo reconoce que no son los responsables, pero nuestros gobernantes insisten en que no hay más remedio. Y no es verdad, se pueden hacer otras cosas, se puede luchar contra el fraude fiscal, se puede hacer pagar más a los más ricos, se puede establecer un impuesto a las transacciones financieras, se puede crear empleo con un sector público como el de los países del norte de Europa. Claro que se pueden hacer otras cosas, se puede obligar al BCE a que actúe sobre nuestra prima de riesgo, por supuesto, que se pueden hacer otras cosas, pero éstas son justamente las contrarias de las que se están haciendo.
Las políticas aplicadas en España en los últimos meses dejan una situación cada vez más alejada de lo que fue la envidia en el pasado, el modelo social europeo. Estas políticas incumplen un artículo fundamental de nuestra constitución: España ya no es un estado social, democrático y de derecho. El Estado del Bienestar en España está muerto, si me lo permiten, muerto antes de alcanzar la adolescencia, pues tal denominación en el caso español era, cuando menos,  una pequeña exageración.
Las políticas de austeridad nos llevan al desastre, a la ruina como país, entre otras cosas, porque lo que se está aplicando no es austeridad. La austeridad es eliminar lo superfluo, y yo estoy de acuerdo, y en tiempos de crisis aún más. Lo accesorio, lo prescindible no debe tener cabida en la administración pública, sinceramente, creo que nunca lo ha tenido. La supresión de empleo público y la reducción de los salarios a través de  la eliminación de la paga extra de navidad, nada tienen que ver con la austeridad. Además, tendrá efectos perjudiciales para la economía  y para el servicio prestado, y lejos de solucionar el problema, probablemente lo agravará, por la consiguiente reducción del consumo.
Con todo, lo más importante, a mi juicio, es el secuestro de nuestra aún incipiente democracia. El actual partido en el poder gana las elecciones con un programa electoral que nada tiene que ver con las políticas aplicadas a lo largo de estos últimos meses. Se rompe así, el contrato social que se forma entre el partido vencedor y sus votantes, en particular, y el resto de los electores, en general. Se acaba, así, con la escasa participación ciudadana que la democracia representativa nos ofrece.
En nuestra mano está revertir tal situación. Los ciudadanos y ciudadanas de este país tenemos que hacer ver a nuestros gobernantes que no estamos dispuestos a tal estafa. La crisis y la incompetencia del gobierno de Mariano Rajoy nos están  llevando al abismo, a un proceso de deterioro que promete conducirnos por un oscuro túnel a las puertas del siglo XIX en materia de derechos. No podemos esperar a las próximas elecciones, me temo que será muy tarde. Es necesario continuar con la presión y obligar a aquellos que amparados en los resultados electorales se permiten la desfachatez de aprobar leyes que nada tienen que ver con lo contenido en sus programas electorales.
Es el momento de cambiar el curso de las cosas. Es el momento de tomar las riendas de este país, y por extensión de nuestras vidas. Ya lo dejó escrito el poeta: “por si no lo saben de eso está hecha la vida, sólo de momentos; no te pierdas el ahora”.
Ahora es el momento. La presión popular debe obligar a la rectificación, o en caso contrario a la convocatoria de un referéndum para que los ciudadanos nos manifestemos sobre estas medidas impuestas e injustas. Los mercados no pueden dictar las políticas.
El pasado jueves, por las calles de Gijón se desarrolló una manifestación multitudinaria, intensa y necesaria. Muchos gritábamos sí se puede. Todos sabemos que nada que realmente valga la pena,  se consigue sin esfuerzo, los docentes mejor que nadie. Por tanto, habrá que seguir esforzándose porque sí se puede.